Sitios Demostrativos
Más de 100 sitios experimentales demostrativos repartidos por buena parte de nuestra geografía tal y como se desprende de los amplios rangos geográfico y altitudinal (36.716-42.813ºN, -6.468-1.802ºO, 140-1800 m snm)
Más de 100 sitios experimentales demostrativos repartidos por buena parte de nuestra geografía tal y como se desprende de los amplios rangos geográfico y altitudinal (36.716-42.813ºN, -6.468-1.802ºO, 140-1800 m snm)
En cada punto se recoge la variabilidad en cuanto a la tipología de nuestros montes (estructura forestal, especies, presencia o no de sotobosque, etc.) y los procesos que ocurren desde muy diversas perspectivas. Alrededor del 65% de los sitios experimentales actuales se corresponden con rodales monoespecíficos de pino mediterráneo (la mayoría con pino carrasco como especie dominante), de los cuales el 50% crecen en condiciones áridas o semiáridas, mientras que los bosques de robles y pinos eurosiberianos tienen ambos la misma presencia en la Red con un 15%. El resto de los sitios experimentales están constituidos por formaciones forestales de hayas y robles marcescentes, cuya presencia es inferior al 3%.
Se lleva a cabo desde estudios fisiológicos a nivel de tejido hasta otros más propios de trabajos hidrológicos a escala de cuenca. El 62% de los sitios experimentales está midiendo variables meteorológicas comunes, mientras que el resto obtienen este tipo de información de las estaciones meteorológicas oficiales más cercanas. El 57% de los sitios está midiendo periódicamente variables que caracterizan la estructura forestal tales como el diámetro a la altura del pecho o la cobertura forestal, mientras que el índice de área foliar se monitorea en el 36% de los sitios. Las mediciones hidrológicas son las que están mejor representadas en la Red debido al importante papel de las relaciones bosque-agua en la mayoría de los sitios; se realizan principalmente a escala del árbol/rodal con sensores automáticos que describen, entre otros procesos, la partición de la lluvia, la transpiración o el contenido de agua del suelo.
Podemos encontrar tanto parcelas sin gestionar, donde reina la evolución propia de las masas forestales (en muchos casos observándose impactos negativos en los últimos años como consecuencia del aumento de la aridez), junto con parcelas tratadas, donde las diferentes acciones de gestión forestal pueden plantearse tanto en el dosel vegetal (claras, clareos, repoblación bajo cubierta, diversificación estructural, etc.), como en el compartimento suelo. El aclareo, como práctica que pretende mejorar el estado de crecimiento de los árboles remanentes a través del aumento en los aportes de agua y nutrientes, es la práctica forestal testada con más frecuencia. En segundo lugar, encontramos tratamientos de restauración enfocados a prevenir la erosión del suelo y recuperar la cubierta vegetal tras un incendio.