El Problema
El aumento de la temperatura y las sequías suponen una amenaza para la vegetación, además de agudizar perturbaciones como los incendios o la proliferación de patógenos.
El aumento de la temperatura y las sequías suponen una amenaza para la vegetación, además de agudizar perturbaciones como los incendios o la proliferación de patógenos.
Sus manifestaciones se traducen directamente en cambios en las variables ambientales que regulan las funciones vitales del bosque y los servicios ecosistémicos, así como de su estructura. En regiones mediterráneas y otros contextos climáticos limitantes, el aumento de la temperatura y una mayor severidad y prolongación de sequías suponen una potencial amenaza para la salud de la vegetación existente, además de aumentar la frecuencia, la magnitud y la extensión de otras grandes perturbaciones tales como los incendios extremos o la proliferación de patógenos.
Durante el verano de 2022, las sucesivas olas de calor han supuesto el desarrollo de incendios muy devastadores en diferentes regiones del planeta, superando en 290 mil hectáreas la superficie quemada en nuestro país y siendo la peor temporada en espacios calcinados desde el fatídico año 1994. En la foto, a la izquierda, se puede comprobar un ejemplo de episodio de mortalidad generalizada en un bosque de pináceas.
Cuando las variables ambientales se integran para zonificar regiones relativamente homogéneas ó biomas, se observa un desplazamiento geográfico como consecuencia de los cambios producidos por el cambio climático. Trabajos recientes muestran como, por ejemplo, los fitoclimas norteafricanos cálidos y secos se vienen implantando en zonas anteriormente más templadas del suroeste y este peninsular, de manera que la vegetación allí presente tiene que desarrollar nuevos mecanismos para su supervivencia. A pesar de esta evidencia actual, la predicción futura del desplazamiento de los biomas tiene un alto grado de incertidumbre debido a la relación indirecta entre la respuesta de la vegetación y el clima. Autores como Lindner argumentan que existen demasiadas incógnitas para saber con certeza cómo la vegetación responderá a cambios en el clima futuro y con ello qué tipo predominará bajo diferentes contextos ambientales.
La gestión forestal adaptativa supone una herramienta fundamental para tratar de inducir mejores respuestas de los bosques a determinadas perturbaciones (punto 2 en la gráfica superior), aminorando los impactos de éstas tanto en la salud del arbolado como en los servicios ecosistémicos que provisionan. La selvicultura adaptativa, por tanto, en contraposición a la selvicultura tradicional, debe nutrirse de un abanico de nuevos criterios sensibles a los impactos/respuestas de los bosques en base a experiencias reales que aporten datos complementarios para un correcto diagnóstico.